Restauración de la vara de la Hermandad
10 marzo 2016
El orfebre vallisoletano Antonio Zúñiga ha restaurado la vara de plata datada en 1890
Pocos datos tenemos de la vara de la Hermandad. A pesar de ser pieza tan representativa, sólo en el acta de fecha 29 de marzo de 1890, recogida en el antiguo libro, se hace referencia a ella al indicar que ese año se estrenó la “isinia” de plata y se hace anotación de un pago (pero sin especificar cantidad) a una persona llamada José Alva por la misma.
Tras 125 años de uso y reparaciones, realizadas con el máximo cariño pero de forma poco adecuada, urgía consolidar sus elementos y devolverla, de la mejor manera posible, al esplendor original de los motivos de orfebrería que la componen. Una completa restauración que se ha llevado a cabo en los últimos días en los talleres del conocido orfebre vallisoletano Antonio Zúñiga.
La pieza se encontraba en mal estado y su restauración ha sido compleja
Ya en el primer contacto visual el experto indicó el mal estado de la pieza, apreciándose evidentemente su deterioro y lo complejo de su restauración sin modificar su estado original, ya que el orfebre que la realizó, o los demás que pudieron intervenir posteriormente, no contaron con el uso ni los años que pudiera tener de servicio.
En el informe de restauración se resalta la singularidad de la pieza en la que destaca la figura del Cristo, realizado en plata maciza mediante fundición, de gran calidad y muy bien repasado. El resto de elementos también son de plata, las escaleras están muy bien diseñadas y con gruesos correctos; pero la peana, que es la pieza más importante, es demasiado fina al igual que el tubo de encaje en el palo. Respecto a la cruz, también está realizada con un grosor demasiado fino; se trata de un trabajo en troquelado por piezas y por tanto muy delicada en su mantenimiento, pues al ser totalmente hueca se abolla con suma facilidad, apreciándose en ella abundantes golpes. La figura del Cristo estaba sujeta con unos tornillos, añadidos en algún momento posterior a su realización original, y asegurados con soldadura de estaño, al igual que la cruz a la peana, engatillada por una pieza de plomo y sujeta, a su vez, por uno de esos tornillos.
Como paso previo se decidió desmontar por completo la pieza y someterla a unos baños de ácido clorhídrico especial para conseguir eliminar todos los restos de estaño y plomo así como limpiar todas las impurezas.
El desmontaje del palo de madera supuso una operación costosa, pues estaba pegada y forrada de papeles en su interior que hacían imposible la separación; tras infructuosos intentos, se optó por realizar un corte en el tubo de unión pudiendo de esta forma extraerse.
Una vez eliminados todos los añadidos y elementos extraños, y desarmada por completo la pieza, se cubrieron con refuerzos de plata todos los desperfectos. Para tratar de enderezar la Cruz y reparar los golpes en la medida de lo posible, se abrió en la parte superior una cantonera por la que introducir una herramienta hasta donde fue posible conseguirlo. Posteriormente se cerró la abertura soldándola con chapa de plata y se añadió un refuerzo del mismo metal en la zona central de la cruz, soldándolo todo a fuego y cubriendo los rotos ocasionados por los golpes recibidos.
Para fijar el Cristo y el letrero de INRI se han acoplado unos pernos de bronce -material más resistente- enroscados con tuercas en media bola, con baño de plata, para embellecerlo por la parte de atrás. En los encajes de los mismos en la cruz se han insertado unos cilindros de refuerzo, soldados a la misma, que impedirán que se abolle si es necesario apretar las tuercas.
Finalmente, se volvieron a soldar, a fuego, las escaleras con la cruz como estuvieron en su origen, uniéndolas de esta manera con la plataforma o base; para la sujección de la cruz a esta se ha añadido una pieza de refuerzo en plata, de nueva factura, soldándose todos los elementos a fuego.
En lo que corresponde al “vaso” de unión con la vara de madera, se ha insertado en su interior una pieza de tubo fuerte con un sistema de rosca por tuerca de bronce, soldado y ajustado a la base de la cruz. A su vez, en la pieza de madera, se ha añadido una pieza de tubo de latón y perno de bronce soldado a fuego. De esta manera se facilita la separación de los elementos de la vara para su mejor conservación, sobre todo de la pieza de plata, evitando posibles accidentes o golpes al caerse por estar siempre fija en su soporte o palo. Para completar la restauración, además se ha lijado y repintado este último, trabajo realizado por el hermano Jesús Cano.
Galería de imágenes de los trabajos cortesía de Antonio Zúñiga