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Ritos y Costumbres

 

 Intentamos con esta sección dar a conocer esos aspectos, muchas veces no visibles para el público, que son de mucha importancia para el cofrade de El Descendimiento y que configuran la personalidad de la cofradía.

 

LAS VÍSPERAS

 

Junta de Candelas

El primer domingo de febrero de cada año se celebra esta junta que viene a ser la asamblea general de la Hermandad. En ella se aprueban los acuerdos y cuentas del ejercicio, se efectúa la renovación de cargos, si correspondiera, se debaten las multas o sanciones, si las hubiese, y se hace el traspaso de la vara de la Hermandad al mayordomo entrante. Es la primera toma de contacto de los hermanos con los actos de hermandad.

 

Cuaresma

A lo largo de la Cuaresma el nerviosismo se hace patente ante la proximidad de los días grandes de Semana Santa. Es el momento de los preparativos para lo que ha de llegar. Las túnicas salen de su lugar de reposo durante el año y se llevan al convento de las clarisas que proceden a su minucioso planchado, la semana anterior al Domingo de Ramos se recogen y es posible ver por las calles riosecanas hermanos con sus túnicas al brazo como blancas palomas mensajeras que anuncian lo que está a punto de llegar.

 

Las Jornadas de Hermandad

Desde el año 2008 se han venido organizando, durante un fin de semana de la Cuaresma, unas jornadas culturales que pretenden mediante exposiciones, conciertos, conferencias o mesas redondas reunir a los hermanos y divulgar la historia, el patrimonio y otros aspectos relacionados con la Hermandad.

 

El pregón

El sábado de Pasión, víspera de Domingo de Ramos, algún orador de renombre sube al atril de la iglesia de Santa María para pregonar la Semana Santa riosecana. Previamente el Pardal y los tapetanes han recorrido las calles convocando al pueblo. El pregón lo presiden las Varas de todas las cofradías y hermandades, entre ellas nuestra Vara portada por el hermano mayordomo correspondiente.

 

Junta de Ramos. La formación del paso

El Domingo de Ramos es otro de los días especiales para la Hermandad. Por la mañana se celebra la «Junta de Ramos», en ella se cobran las cuotas y las multas anuales, se informa a los hermanos de los acuerdos tomados en las reuniones con la Junta Local de Semana Santa y se últiman los detalles de nuestra salida procesional del Viernes Santo.

El último punto es la designación de los 20 hermanos que sacarán el Santo Paso, en primer lugar se llama a los hermanos que, con 20 años cumplidos, van a sacar el Paso por vez primera, seguidamente, por riguroso orden de lista se nombra a los restantes hasta completar los 20 puestos más los dos reservas. Con esto se da por cerrada la Junta.

Pero no acaba ahí, pues en ese momento se procede a «formar el Paso», es decir a ubicar a cada hermano en su puesto. Los 5 más altos ocuparán la delantera, y de ellos se designará al «cadena», puesto de máxima responsabilidad en el Paso. Es él el que va colocando a los hermanos en su lugar, el cadena trasero, los cuatro palos abiertos, los encerrados, contrapalotes, bipalotes y ejes, siempre teniendo en cuenta, y por el orden referido, la altura de cada uno. Esta tarea siempre lleva consigo algún pequeño debate, que es solucionado con la buena voluntad y la ilusión por ocupar un puesto en el Paso.

Un vino español ofrecido a todos los hermanos da paso a la desperdigación de los mismos por las calles riosecanas, en las que huele ya intensamente a Semana Santa.

 

 

Miércoles Santo. Vía Crucis

Este acto ha sido recuperado hace relativamente poco tiempo. En él hermanos de cada cofradía acompañan, portando cruces penitenciales y hachones, por las calles de Medina de Rioseco la imagen del Santísimo Cristo del Amparo hasta su encuentro con Su Madre Dolorosa bajo la portada plateresca de la Iglesia de Santiago. Por supuesto nuestra Hermandad acude al mismo haciendo el piadoso ejercicio del Vía Crucis.

 

Miércoles Santo. Colocación del Santo Sudario

Concluido el Vía Crucis tiene lugar en la Capilla de los Pasos Grandes un sencillo pero emotivo acto, en el cual, tras la lectura de pasajes evangélicos y la glosa por parte de un hermano, se procede a la colocación del sudario que en nuestro Santo Paso remeda aquellos paños que sirvieron para descender a Cristo de la Cruz.

 

EL VIERNES SANTO

 

La mañana

La mañana del Viernes Santo es un hervidero de hermanos, turistas y curiosos merodeando por los alrededores de la Capilla de los Pasos Grandes. Los hermanos adultos muestran en el Paso, con orgullo, el puesto que ocuparán esa tarde o el que ocuparon años anteriores, los niños intentarán elevar un poco el Paso, los ancianos acariciarán con nostalgia el palo o la argolla que un día, ya lejano, les acompañó sacando el Paso. El gran día ha llegado y la tensión, pero también la alegría, se hace patente en los rostros y en los comentarios de los corrillos. No hay otro tema de conversación, cómo va a salir La Escalera

 

El refresco y desfile de gremios

A primera hora de la tarde todos los hermanos están convocados en casa del hermano mayordomo, o en el local que designe, donde serán agasajados con licores, pasteles y bollería. Es el tradicional Refresco. Los veinte que, horas más tarde, sacarán el Santo Paso habrán llevado, al brazo desde sus domicilios, sus túnicas, que ahora penden de un perchero junto a las 14 horquillas, el resto de hermanos ya llevan al cuello el pañuelo blanco de seda. El refresco es un acto más en el que la hermandad se hace patente, hasta que una voz, rompe las conversaciones, es el cadena que convoca a los afortunados que sacarán el Paso: «¡¡a vestirse!!».

Forma de vestirse
La primera prenda en colocarse es el pañuelo de cuello. La túnica es lo siguiente que se viste, con ayuda de algún hermano y mucho cuidado para que no se arrugue, se abotona hasta el cuello y se coloca el pañuelo de manera que oculte los cuellos de camisa, sueter o cazadoras. El cordón, o cíngulo, se enrola en la cintura de tal manera que los extremos colgantes caigan al lado que irá por el exterior del Paso. La medalla distintiva de la hermandad se penderá del cuello y la careta, en este momento, se colgará del cordón doblada perfectamente.

Tallaje del paso
Una vez vestidos los veinte, se procederá al Tallaje del Paso, simulando la formación real del paso cada hermano se coloca en su puesto. Se extiende un cordel horizontalmente sobre los hombros y se mide minuciosamente la distancia desde el hombro hasta el cordel. Las diferentes alturas de los puestos laterales se igualarán mediante tacos de madera atornillados en la parte inferior del tablero. De este modo el Paso irá en posición perfectamente horizontal.

Recogida y desfile de Gremios. Oficios.
En ese momento ya se oirán los lamentos del Pardal y el sonido de los tambores y cornetas. Es la recogida de los cofrades, reminiscencia de cuando las grandes cofradías penitenciales iban a buscar a los gremios contratados para portar sus pasos. En la actualidad el mayordomo con la vara, el banderín, los niños y los veinte hermanos que sacarán el Paso, en perfecta formación y portando las horquillas, recorrerán emotivamente las calles riosecanas hasta reunirse las seis cofradías que procesionan el Viernes Santo en la sede de la Junta de Semana Santa para desfilar, presididas por la Vara Mayor, hasta el Ayuntamiento donde rendirán pleitesía a las autoridades. Desde allí subirán por la calle Mayor, entre los gritos de ánimo de los demás hermanos que les contemplan a pie de acera, hasta la Iglesia de Santa María. Una vez en el templo, los cofrades harán un pasillo a las autoridades y penetrarán en el mismo, donde escucharán los solemnes oficios con toda la liturgia de Viernes Santo, unidos cofrades y pueblo en torno al altar.

 

Las aceitunas
Concluidos los oficios, los hermanos de El Descendimiento se dirigen al local que en la calle Mediana posee el hermano Mariano González, allí se reunirá toda la cofradía. Estarán preparadas unas mesas con un ligero tentempié a base de aceitunas negras y chicharro en escabeche, ritual gastronómico de tiempos pretéritos, cuando la escasez de hermanos que obligaba a portar el Paso sin relevos exigía reponer fuerzas, que se mantiene en la actualidad. Ya la tensión es patente, pues quedan sólo minutos para salir.

La «meada del miedo». Subida a la Capilla
El hermano cadena reunirá a los veinte que sacarán el Paso para darles las últimas indicaciones antes de dirigirse a la Capilla. En este acto les conmina a hacer, lo que suele ser menester pues los nervios ya se acusan notablemente, sus necesidades. Es la llamada «meada del miedo».

«Bueno, vamos a por Ella», dirá el cadena, y todos los hermanos, ya con los faroles de la mano quienes vaya a alumbrar y con las horquillas los que sacarán el Paso, subiremos hacia la Capilla en un corto trayecto hacia momentos gloriosos. Allí, esplendoroso, espera el Santo Paso.

 

Salida del Paso

Ya estamos todos los hermanos en la Capilla, ya el sonido de La Lágrima ha encogido un poco nuestros corazones mientras ha salido el otro Paso Grande, La Crucifixión, «El Longinos». Sin solución de continuidad ha llegado el momento, los veinte hermanos están alrededor del Paso. Va a salir La Escalera.

 

El oído a rezar
El silencio se hace en la Capilla, sólo se oye la voz del hermano cadena que pregunta «¿estais todos conformes en vuestros puestos?», y veinte voces, cómo que fueran una sola contestan un «sí» rotundo. «Oído a rezar», dice, y todos nos arrodillamos y elevamos una oración como recordatorio a los que ya se fueron y como plegaria para que todo salga bien. Un segundo golpe sobre el tablero hace que nos elevemos.

Recoger túnicas
Otro golpe y una voz «a recoger túnicas y quitar medallas». Los hermanos se ayudan unos a los otros a recogerse las túnicas, que quedan fuertemente enrolladas en la cintura para evitar que se pisen y provoquen accidentes durante la maniobra de salida del Paso. Las medallas se depositan con cuidado, y con un beso, sobre el tablero del Paso.

La resina
En ese momento un hermano, Pedro Guerra ha recogido el testigo de su tío Manuel, pasa por todos los hermanos y les da en las manos un poquito de una sustancia resinosa con el fin de que el Paso no resbale por las mismas. En la antigüedad esto se solucionaba con un poco de tierra cogida en el mismo Corro de Santa María. Pero asfaltaron las calles.

La salida del Paso
El hermano cadena sale al Corro y se dirige a la Banda: «¡Música!». Se pone un nudo en la garganta y las piernas flaquean. En cuclillas los veinte se aferrán al Paso. Después de unas palabras de ánimo y alguna orden de última hora, el cadena dirá «¡oído!» y golpeará el tablero con la palma de la mano. El paso se levanta hasta el pecho «a sangría» y, pcoo a poco, se centra con la puerta mientras suenan las melancólicas notas de La Lágrima. Lentamente va descendiendo el Paso de El Descendimiento y, a la vez, avanza sutilmente. «¡Abajo, más abajo!», «¡ese palo trasero, que baje!», ordenes precisas para una delicada maniobra. Ya casi roza el suelo el Paso y aún Nicodemo no quiere salir, su codo se pierde en el interior, «!un poco más y para afuera¡». Ya está La Escalera en el Corro. Una voz, la del cadena grita «¡arriba!» y el Paso se eleva hasta el pecho nuevamente. Y estalla la ovación. Y las lágrimas afloran a los ojos. El Paso se centra, revirando hacia la derecha, con la iglesia de Santa María. Como saludando a esa torre que simboliza a todos los riosecanos. Un nuevo «¡oído!» y el Paso cae pesadamente sobre los hombros de esos veinte hombres que con su devoción y su esfuerzo han vuelto ha generar el milagro.

 

La Procesión

Tras una corta espera para que salgan de Santa María los Cristos de los Afligidos y de la Paz, la hermandad de El Descendimiento empieza a caminar por Rioseco. Calles de los Huesos, Corro de San Miguel, Pablo Iglesias, el mayordomo con la Vara, el mayordomo saliente con el banderín, dos filas de cofrades y hermanas alumbrando con sus faroles, avanzando lentamente.

 

Los posos
Y detrás, el Santo Paso avanza muy poco a poco, parando frecuentemente posándolo los hermanos con una maestría aprendida a través de siglos sobre las horquillas, horquillándolo, de ahí el nombre de «poso».

La Calle Mayor. Baile del Paso
La hermandad alcanza, entre gran expectación, la Calle Mayor, esa vieja rúa porticada que los riosecanos llamamos soportales. Huele a cera. Huele a madera, suenan las horquillas sobre el pavimento. Las manos desde los balcones intentan tocar la parte alta del Paso. Detrás de un cristal, probablemente alguien musite una oración. De repente suena la banda, una marcha, cualquiera, y el Paso comienza a mecerse de lado a lado, muy lentamente, con enorme elegancia, marcando el ritmo con los pies sin avanzar, o avanzando apenas perceptiblemente. Es «bailar» el paso, otra tradición.

Los relevos
Y tras pasar Santa Cruz, se llega a la Plaza Mayor, allí se producen los relevos. Los que sacaron el Paso y lo han portado hasta allí se toman un respiro y el resto de los hermanos van ocupando un sitio debajo de su Paso en cada poso, así se enfila la calle San Buenaventura y Antonio Martínez, hasta llegar al Arco de Ajujar.

La rodillada
Otra vez los veinte que lo sacaron cogen el Paso para dar «la rodillada», saludo a la Virgen de la Cruz del Convento de Santa Clara, que preside la capillita superior del Arco. El Paso se acerca a la capilla despacio y; una vez allí, los hermanos situados en la mitad delantera del paso flexionan las piernas un instante para inmediatamente elevarse, como si de una genuflexión se tratase, para retroceder, rápidamente esta vez, de nuevo al itinerario.

La procesión ha dejado ya el orden y el recorrido que resta se convierte en una demostración, no exenta de respeto y espíritu de hermandad, de entusiasmo, cariño y devoción hacia el Paso y la Cofradía. Por Doctrina y Los Lienzos se llega al Corro de Santiago. Los relevos se suceden, «¡déjame un posico, hermano, que este año todavía no Le he cogido!» y un nuevo miembro se mete debajo del Paso. «¡Oído!» El cuerpo se endereza y las piernas trabajan para elevar el paso firmemente, el tablero se hunde en el hombro como la Cruz se hundió sobre el hombro del Redentor.

«A por las alubias», subida de la calle Mediana
Ya flaquean las fuerzas cuando se toma la Calle Mediana, empinada, al final se vislumbra ya la torre de Santa María y, en un esfuerzo final, el Paso sube rapidísimo, en uno o dos posos, al grito de «¡a por las alubias!», en clara alusión a la cena de hermandad que tendrá lugar al acabar la procesión.

 

Entrada del Paso

Al final de la cuesta el ritmo se serena y el Paso entra en el Corro de Santa María de forma elegante, «bailando», lentamente se sitúa frente a la Iglesia y espera que llegue la Virgen Soledad, de la cofradía del mismo nombre, que cierra la procesión. Se canta la Salve y los pasos saludan a la Señora con sus rodilladas. Ya han entrado todos los pasos cuando el cadena de atrás toma el mando y La Escalera se centra con la puerta de la Capilla, otra vez se recogen las túnicas y las medallas, otra vez suena la Lágrima, otra vez el brazo de Nicodemo no quiere atravesar el dintel, otra vez el esfuerzo hasta que el paso descansa de nuevo sobre sus banquillos a esperar otro Viernes santo en que otros veinte afortunados lo levanten para salir de nuevo por Rioseco.

La Cena

El hermano mayordomo ha convocado a la hermandad para cenar, una vez pasada lista se reza una oración por los hermanos difuntos y comienza la cena de hermandad. Como a través de siglos han rezado los reglamentos, alubias, bacalao y lechazo, componen el menú. En la antigüedad el mayordomo invitaba a los escasos miembros de la cofradía en su propia casa. Con el correr de los tiempos y el aumento del número de hermanos, la cena se ha trasladado a establecimientos públicos y la propia hermandad aporta parte del costo económico. La cena acaba tarde, de madrugada, y los hermanos se despiden.

 

 
EL RESTO DEL AÑO
 

En una comunidad pequeña, como es Medina de Rioseco, la vida de hermandad se prolonga fácilmente a lo largo del año. En cualquier momento se puede ver un grupo de hermanos departiendo sobre temas de la cofradía. Pero hay momentos puntuales en que se convoca a los hermanos, por desgracia en los momentos difíciles, cuando la muerte se hace presente.

 

Misa de Difuntos. 1er domingo de mayo

El primer domingo de mayo tiene lugar, en la propia Capilla, la misa anual en sufragio de todos los hermanos difuntos de la cofradía. Esta eucaristía se comparte con la hermandad de La Crucifixión

Entierros

Cuando desafortunadamente, como es ley de vida, fallece un miembro de la hermandad, esta le acompaña en su último viaje. Se acompaña el cuerpo del finado, antiguamente desde su casa, hoy, con el discurrir de los tiempos desde la entrada del pueblo, hasta la Iglesia. Los hermanos, con su medalla pendiente el pecho, alumbran con sus faroles el recorrido y asisten al funeral.

Misas de funeral

En días posteriores al fallecimiento, la hermandad celebra una misa de funeral, en la Capilla, por el alma del hermano que ya ha ido a reunirse con Nuestro Señor Descendido, a ella acudimos los hermanos también provistos de medalla y farol.

 

Vídeo sobre las costumbres de la Hermandad

 

 

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